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Música Con Criterio

Exposición de Bernard Plossu

EL AZAR

 

El azar está de nuestra parte. El Palacio de Montemuzo alberga, desde el 28 de noviembre hasta el 4 de febrero, una exposición del que puede ser uno de los mejores fotógrafos que hay en el mundo en este momento: Bernard Plossu. Nacido en 1945 en Vietnam del Sur -también por azar-, su vida ha sido un constante viaje por el mundo para conocerse a si mismo.

Para él, el viaje es la dimensión mayor de la fotografía. Ya no existe la perfección artística. No hay que buscar la belleza pintoresca, hay que encontrarla y estar atento cuando llega. La foto es arte, es pasión, es instinto, y sobre todo es necesidad.

Esta exposición es una recopilación de obras que van desde 1975 hasta el 2004, recorriendo lugares tan dispares como Nuevo México, Andalucía o Nigeria. Aunque en todas ellas podemos encontrar muchos puntos en común. El principal es la elección del blanco y negro en todas las fotos, con un cuidadísimo revelado del positivo.

La exposición está dividida en dos salas, bien diferenciadas

 

UN MUNDO EN MINIATURA

 

En la primera sala nos encontramos con una sorprendente colección de pequeñísimas fotos con grandes paisajes, casi todos desérticos, encerrados en pequeños marcos de 7’5 por 11’4. Cualquier otro fotógrafo hubiera revelado estas fotos en gran tamaño, para resaltar su belleza, pero Plossu no quiere eso, el busca jugar con los contrastes de los colores, las formas, y sobre todo que la mente del espectador entre en el juego con él. Si nos dejamos llevar podemos descubrir un mar plagado de ballenas o el bello cuerpo de una mujer (¿por qué no el de un hombre?), escondido entre esos hermosos lugares del mundo.

 

EL SER HUMANO, INSIGNIFICANTE

La segunda sala cambia totalmente. Abandona las pequeñas medidas, y nos muestra las fotos en un generoso formato de 18 por 27. Sigue jugando con las formas y los colores, pero introduce dos elemento nuevos: Uno, el ser humano como un ente más de la naturaleza. Aquí, las personas están retratados de manera minúscula o incluso difuminada para resaltar esa insignificancia. Y dos, incide en el choque de imágenes y de formas entre el desierto salvaje y las construcciones humanas.

(Continua....)

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