Critica: El Laberinto del Fauno
UN CUENTO CON POCAS HADAS
El mexicano Guillermo del Toro, después de sus últimos éxitos comerciales de Hollywood, intercalados con obras mucho más pequeñas y personales (Cronos 1993), por fin se ha atrevido a seguir con su anunciada trilogía sobre la Guerra Civil Española. Proyecto iniciado con la fallida y ambiciosa El espinazo del diablo (2001), que pretendía aunar la realidad con la fantasía, pero que no consiguió resolver de una manera acertada.
En El laberinto del Fauno una niña, horrorizada por el mundo en guerra que le rodea, se refugia en sus cuentos de fantasía (o no), como la única manera de huir de todo ello. El director, poseedor de una imaginación visual como pocos autores actuales, nos sumerge en un hermoso universo de ficción lleno de faunos, hadas, y princesas, pero según avanza la historia, ese mundo maravilloso se confunde con el mundo real. Mención especial merece el espeluznante Hombre Pálido, todo un prodigio de invención visual, que se ha convertido casi en el icono de esta película.
El fascismo como el terror absoluto, y la inocencia como la pureza. Esa parece la idea principal del director de Hellboy. El monstruo sería el sádico General fascista, interpretado por el estupendo Sergi López; Maribel Verdú, el hada madrina y la encantadora Ivana Baquero, la princesa. Personajes que pueden parecer simples, pero que necesariamente son así para resaltar más ese paralelismo realidad-cuento.
Con este duro alegato contra todo tipo de autoritarismo, el mexicano ha conseguido dar forma a su largometraje mas redondo. Una obra maestra -injustamente apartada del máximo galardón en el festival de Sitges- que consigue conmovernos, sorprendernos y recordarnos unos de los mas tristes episodios de nuestra historia.
En unos tiempos en que desmitificar los cuentos está de moda en el cine de Hollywood -como en Shrek (2001), Guillermo del Toro les ha querido devolver el valor que siempre tuvieron: una visión de la realidad, de apariencia amable, pero en el fondo tan horribles como la cruel realidad.
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