Festival Expop. Anfiteatro de Ranillas 10/7/2010
En plena saturación de festivales y de propuestas musicales veraniegas, surge un nuevo evento a orillas del Ebro, el Expop, y tiene intenciones de quedarse. Para su primera edición los programadores han apostado por un fuerte cabeza de cartel, como son Los Planetas, junto a tres nuevas bandas que están surgiendo: Mister Hyde, Limnopolar y Napoleón Solo. El problema es que con tal descompensación de nombres da la sensación de que se trataba más bien de un concierto de los granadinos acompañados de tres teloneros. Por lo menos dos de los grupos estuvieron a la altura de las circunstancias.
Los primeros en subirse al Anfiteatro de la Expo fueron los granadinos Napoleón Solo, que venían acompañados de buenas críticas y cierta expectación. Nada más lejos de la realidad. El concierto resultó soso, plano y, sobre todo, falto de canciones. Su sonido no pasa de un rock convencional que no funciona ni como grupo mainstream; como unos Pereza pero descafeinados. También hay que reconocer que levantaron levemente el vuelo al final de la actuación.
Mucho mejor estuvieron Limnopolar. Los últimos ganadores del Muévete desplegaron un directo compacto con elaboradas capas de ruido. Ya avisaron en la rueda de prensa del festival de que iban a sacar su faceta más shoegazing. Los cinco componentes de la banda demostraron su pericia instrumental, y más teniendo en cuenta el poco tiempo que llevan tocando en vivo, y confirmaron su potencial. Quizás les falte algo más de concreción en sus canciones, cuando se pierden en complejos tramos instrumentales, pero es una de las bandas a tener en cuenta de Zaragoza. Es incomprensible que cierto sector del público protestase porque Napoleón Solo actuasen antes que Limnopolar. Todavía se nos cae la baba con todo lo que nos venden de fuera (y más con cierto aroma indie) y no sabemos apreciar lo que tenemos en casa.
Con la actuación de Mister Hyde, las primeras filas del tremendo anfiteatro comenzaron a llenarse. Se nota que los zaragozanos comienzan a tener sus propios fans (a la par que sus grandes detractores; un precio que hay que pagar) que ya se conocen sus canciones y las corean. Arrancaron con una pequeña intro instrumental con teclados, como declaración de amor del sonido de los años 80, e hicieron un recorrido de sus temas más conocidos e infalibles: El silencio entre nosotros, Romper a bailar, He cometido un error, Laberintos en la tierra… Para la ocasión desplegaron un sonido más propio de rock de estadios, conscientes de las grandes dimensiones del recinto. Si siguen haciendo conciertos tan certeros como los del sábado, tendrán que acostumbrarse a los grandes espacios.
La sensación al finalizar el concierto de Los Planetas es contradictoria. Por un lado, los granadinos ofrecieron uno de los mejores conciertos que les he visto pero, por otra parte, J volvió a dar muestras de sus caprichos cuando a mitad del concierto abandonó al escenario por “problemas de voz”. Volvieron a subirse pasados 15 minutos, pero es inevitable pensar que se cargaron un concierto que se antojaba excelente, a pesar de algún fallo de sonido.
La primera en sonar fue la misma que abre su nuevo disco, la instrumental La llave de oro. Un comienzo brillante, pero que no tuvo continuidad con los dos temas siguientes. Sin embargo, llegó una versión espectacular de El Romance de Juan de Osuna, con una larga introducción digna del mejor krautrock. A partir de entonces, el concierto fue hacia arriba con clásicos instantáneos como Ya no me subo a la reja, Si estaba loco por ti o Segundo premio. La Velvet Underground, Spacemen 3, Morente, Jesus & Mary Chain: Los Planetas han recogido lo mejor de sus influencias más notables, le han insuflado aire nuevo y lo han convertido algo diferente y excitante. Para disgusto de sus fans más pop, los creadores de Super 8 cada vez se alejan más de los himnos inmediatos para centrarse en su faceta más compleja, espacial y psicodélica.
Pero tras Reunión en la cumbre, J abandonó el concierto. Un coitus interruptus que echó por tierra todo lo logrado. Por suerte volvieron a subir. Para compensar, en la recta final regalaron Pesadilla en el parque de atracciones, Un buen día y Alegrías de un incendio, que sonaron igual de bien que el resto del repertorio. No sé si serviría para reconciliarse con sus fieles, pero por lo menos mejoraron la mala imagen que dejaron en su última visita a la capital aragonesa, en las pasadas fiestas del Pilar.
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