Entrevista a Daniel Gascón
"La adolescencia hay contarla cuando uno es adulto"
El joven escritor aragonés Daniel Gascón, visitó ayer nuestra redacción y tuvimos una amena entrevista en la que hablamos de su infancia, la literatura aragonesa o de su próximo proyecto junto Jonás Trueba entre otras cosas. Con 25 años ya ha publicado dos libros de relatos cortos, “La edad del pavo” (2001) y “El fumador pasivo” (2005), y ha colaborado en la elaboración de los guiones de dos cortos de Jonas Trueba, “La senda del perdedor” (1998) y “Cero en conciencia” (2000). En estos momentos está preparando su primera novela.
¿Qué fue lo primero que escribió?
Empecé a escribir desde pequeño, en mis ratos libres, y me fascinaban los cuentos de caballeros y espadachines, lo típico de cuando eres un niño. Aunque nunca lograba terminarlos.
¿Cuáles fueron los primeros escritores que le influenciaron?
Stevenson, Kipling, y por supuesto J.D Salinger con “El guardián entre el centeno”, que aún recuerdo la primera vez que lo leí: una tarde que tenía fiebre y vivía en Urrea de Gaén. Si te acuerdas de esas cosas, es que el libro ha sido muy importante para ti. Antes de la adolescencia también leía a García Márquez y a Borges, pero debo reconocer que a pesar de intentarlo, no entendía nada de nada (risas)
¿Cuándo decidió dedicarse a la escritura de una manera profesional?
Desde muy joven. Con 18 años ya había escrito unos relatos muy variados, pero con un nexo muy claro: el mundo de la adolescencia. Un mundo que, evidentemente, conocía muy bien. Así que decidí recopilarlos, y así nació “La edad del pavo”. Creo que la adolescencia hay que contarla cuando uno es adulto. Aunque quería contarlo recién pasada esa etapa, para evitar así los tópicos de una etapa bella o demasiado oscura.
¿En sus relatos, recurre a su propia experiencia o a la ficción?
Hago una mezcla de las dos cosas. De joven me gustaba mucho las novelas autobiográficas, como J. D Salinger o Philip Roth. Pienso que puse mi vida al servicio de la literatura que más me gustaba. Dice Nabokov que un escritor tiene que estudiar las obras de todos sus competidores y la de Dios incluida. Muchas veces me adueño de historias de amigos míos, y las escribo como si fueran experiencias mías.
En su obra es muy recurrente el tema del desamor, ¿no cree que existan los amores felices?
Sí que los hay pero parece que dan menos juego. Hay más tendencia a escribir los infelices. Sin embargo, creo que en el mundo hay finales felices, si no existieran la gente no se empeñaría tanto en enamorarse. En algún sitio, alguna vez, alguien ha tenido que ser feliz.
¿En qué género se siente más cómodo?
Sin duda en los relatos porque puedo imaginarme el final, se como van a acabar. En otros, como un guión de cine, el resultado final no depende de ti mismo.
¿Qué método utiliza para escribir? ¿Hace uso alguna disciplina?
Llevo siempre un cuaderno donde anoto todo lo que se me ocurre. Intento escribir un rato todos los días. Ahora llevaba unos meses en los que no tenía ninguna otra ocupación y había visto que Savater escribía cuatro horas al día y leía tres, y me puse a hacer eso, y lo conseguí. Pero si no, normalmente voy imaginándome los cuentos. Cuando voy un poco despistado suele ser que se me está ocurriendo algo. No creo en ningún tipo de superstición, ya he sido víctima de eso y no sirve de nada. Me adapto a lo que tengo a mano.
¿Tuvo problemas para que su novela fuera publicada?
En ese aspecto tuve mucha suerte. Me crié en un ambiente muy conectado con el mundo de la literatura, mi padre es escritor y mi hermana también. Así que lo tuve más fácil para contactar con las editoriales. Tenía un amigo en la editorial Xordica, Raúl Usón, le envié mi libro y lo aceptaron. Lo publicaron rápidamente. Fue a la única editorial que lo mande. El segundo libro, como el primero les había gustado y había funcionado bastante bien, lo publicaron también.
¿Qué tal lleva el pequeño éxito de sus primeros cuentos?
El éxito es muy relativo. Estoy muy contento con que la gente pueda leer lo que escribo, y lo único que pienso es en lo que voy a hacer a continuación. Todavía soy demasiado joven para mirar atrás.
¿No le gustaría que le publicase una editorial nacional importante?
La verdad es que no, aunque me lo plantee más para el segundo. No te garantiza nada. Tal vez para Dam Brown sea necesaria, pero yo sinceramente creo en otros medios de promoción, como el boca-oreja. Además me siento muy identificado con los escritores que forman parte de mi editorial, y me siento muy a gusto aquí. Otro problemas de las nacionales es que a pesar de que te acepten el libro, no sabes cuando te lo van a publicar, ni tampoco tienen mucho eco si no eres conocido.
Volviendo atrás, dice que viene de una familia de escritores, ¿de qué manera cree que le ha condicionado?
Mi padre ha publicado ya varios obras, y el hecho de vivir rodeado de libros está claro que me ha condicionado mucho. Pero mi padre tiene unos gustos muy eclécticos y nunca me ha animado a seguir ningún camino en concreto. Ha dejado siempre que yo elija el mío. Él ha sido mi consejero y mentor, pero también ha sido mi mayor crítico. El y yo escribimos de formas muy distintas.
¿Cree que ha podido influir su padre en la publicación de su primer libro?
Si me aceptaron fue porque soy muy bueno (risas). La verdad es que no lo sé. Pero me si que me he fijado que Xordica ha rechazado a gente conocida y próxima de calidad sin muchos miramientos. Por ejemplo, rechazaron a Carlos Castán, un conocido, que luego fichó por otra editorial y obtuvo muy buena acogida.
¿Le produce cierta presión el hecho de venir de una familia con un pasado ligado a la literatura?
Supongo que sí, pero no me he visto en una situación que no fuera la mía. De todas maneras aunque mi padre y mi hermana sean escritores, no vengo de una familia de escritores. Mi abuelo gallego era barbero entre otras cosas, y el de Zaragoza tampoco lo era. El primero fue mi padre.
Entonces, por tus influencias, ¿tu piensas que un escritor nace o se hace?
Un poco las dos cosas. Si uno tiene talento pero no lee y no se interesa de nada, de poco le sirve. Esto es como el saxofonista que no sabía solfeo, seguro que era una gran figura porque ensayaba muchas horas, aunque no leyese ninguna partitura.
Ya hace tiempo que publicaste tu segundo libro, ¿como crees que has evolucionado en todo este tiempo?
Para mí, evolucionar es cambiar la forma de ver el mundo. Antes era más radical. Ahora intento ver las cosas desde más puntos de vista a la vez. La literatura te hace ver las cosas de otra manera y aprender a entender las razones de los demás . En estos momentos, me he dado cuenta que me interesan mucho los temas familiares, porque es un ejemplo de lo que sucede en el mundo. Conforme avanza tu vida no tienes las mismas preocupaciones a los 20 que a los 25 años, y eso de una forma u otra se incorpora a tu forma de escritura. Se podría decir que el primer libro está escrito por un joven escrito para un mundo de jóvenes, y el segundo hay un joven que quiere aprender de un adulto.
¿Me podría recomendar algún autor que esté leyendo últimamente?
Nabokov, Chejov, Martínez de Pisón, Natalia Ginzburg.
¿A qué tipo de lectores le gustaría que llegasen sus obras?
A todo el mundo. No quiero hacer distinciones. Solo quiero contar historias que conozco bien porque creo que si cuento una verdad sobre mí mismo va a ser algo universal, algo que todo el mundo va a poder entender, da igual que sean chicos que chicas de cualquier sitio. Me gusta que mis lectores se metan en mis historias y que no puedan dejarlas. No me gusta escribir para enseñar, no tengo vocación didáctica.
¿Me podría contar cuales son sus planes de futuro más inmediatos?
Sí. En estos momentos estoy con Jonás Trueba ultimando el guión de una película que dirigirá el mismo. También me han encargado la traducción de una biografía de Chejov, y por último estoy preparando mi primera novela, pero es algo que me voy a tomar con mucha calma. No llevo más de unas 50 páginas.
¿Podría adelantarme de que va a tratar?
Preferiría no hacerlo.
De acuerdo, en ese caso hablemos de la película. ¿Cómo conoció a Jonás?
Leí el guión de “Los perores años de nuestra vida”de David Trueba, y con 13 o 14 años me impresionó mucho. Yo no sabía que se podían escribir cosas buenas, con humor y de cosas cercanas. Así que le escribí una carta, y cuando vino a Zaragoza le conocí y nos hicimos amigos. Posteriormente me invitó como figurante en su película “La buena vida”. En el rodaje conocí a Jonás y nos hicimos íntimos. A partir de allí comenzamos una relación que ha dado como resultado ya dos cortometrajes.
¿Qué tipo de película podemos esperar que salga de vuestra asociación?
Una de amores adolescentes. De dos primos, un chico y una chica, y la novia de éste. Una película de amor de tipo francés.
¿Podría especificar un poco más?
Al estilo Eric Rohmer. Una cinta donde pesan más los personajes y sus relaciones. No quería parecer pedante (risas). Y no voy a explicar nada más que si no cuento toda la película.
Mucha gente opina que tiene un estilo muy cinematográfico, ¿qué piensa?
Seguramente estoy muy influenciado, pero no de una manera consciente. Además, como ya he dicho antes, prefiero las novelas porque es un proceso cerrado, los guiones escapan de tu control y están llamándote continuamente para cambiar cosas. Un guión es casi como un dibujo con un punteado, que luego tiene que ir otro, pintarlo, rotularlo... Yo prefiero ir a la historia, prefiero una voz narrativa. Me encanta escuchar historias de un amigo bien contadas. Yo, como no se contarlo bien verbalmente, lo escribo.
Ha estudiado filología inglesa e hispánica, ¿cómo le ha llegado la posibilidad de ejercer de traductor?
Gracias, en parte, a mis estudios de inglés y de francés y gracias al ambiente literario que me rodea, que encargan algo cuando tienen algún hueco. No tengo ninguna formación unversitaria en traducción. Me gusta mucho la traducción literaria, pese a estar mal pagada. Prefiero traducir algo que me guste que un manual de automoción, que no entiendo nada y lo voy a hacer mal.
¿Cree que es importante el papel de la traducción hoy en día?
Aunque a mucha gente no le gustan los libros traducidos, si no existiera la traducción no existiría la cultura. Cuando yo traduzco intento adaptarme lo máximo posible al texto original, es más importante ser fiel que elaborar un español elegante. Si el autor repite una palabra, yo la voy a repetir. Muchos traductores lo cambian por miedo a que los lectores piensen que son ellos los que escriben mal, y no los originales.
Supongo que haber leído a los grandes clásicos en idioma original le habrá ayudado, ¿me equivoco?
Por supuesto, es algo que se debe hacer para darte cuenta de alguna alusión. Pienso que un traductor es un lector muy bueno que se da cuenta de todo lo que hay en el texto. Es una pena que no sepa ruso, si no mi trabajo de Chejov sería mucho mejor.
¿Su trabajo de traductor puede ser otra de sus influencias?
Es posible porque he vivido en Inglaterra, el año pasado en Francia y ahora vivo con una neocelandesa. Me gusta mucho la literatura en inglés pero no soy consciente de hasta que punto me ha influido. Estudiar lenguas es algo muy bonito para un escritor porque te das cuenta de cómo funcionan y de sus sintaxis, así tienes otra conciencia de tu propio idioma. A mí ahora me divierte mucho cambiar el orden de las frases, y jugar con las relaciones lógicas, eso lo he aprendido estudiando otras lenguas.
¿Dónde se ve dentro de 10 años?
Me gustaría vivir de la escritura, en una ciudad de más de medio millón de habitantes, como Zaragoza o Madrid. Necesito intimidad, en las ciudades pequeñas no lo la tienes, fíjate que allí se coge el coche para no saludarse. Además necesito las comodidades de la ciudad como los museos o el cine. El extranjero no lo descarto, el año pasado estuve trabajando en Francia de profesor de español y hay sitios a los que me gustaría ir.
¿Cree que se puede vivir en España de la literatura?
Es muy difícil, pero en España y en todo el mundo. Muy poca gente puede vivir exclusivamente de este oficio. Puedes hacerlo pero hay que buscarse mucho la vida: reseñas, charlas, columnas, libros...
¿Le han ofrecido escribir una columna en algún medio?
No, aunque parece una cosa bonita, me gusta mucho el periodismo. Escribía una columna, pero era en un periódico digital, y yo era el redactor jefe. Es algo que me gustaría si surge, pero no voy a ir yo a buscarlo. Me encanta el análisis político o mediático, cosas que me interesan.
¿Cómo ve el panorama aragonés?
Nunca ha habido tantos escritores, lectores y editores en Aragón. La literatura aragonesa tiene una gran presencia social en Aragón y existen escritores que también son conocidos fuera. Me gustaría destacar algunos interesantes como Martínez de Pisón, Cristina Grande, Ismael Grasa o Carlos Castán. Hay un gran ambiente literario.
Habla mucho del ambiente literario, ¿podría explicar mejor a que se refiere?
Me refiero a presentaciones de libros, y actos de este tipo. Como sabrás, en Zaragoza todos los días hay por lo menos dos presentaciones en algún sitio, y te haces amigo de la gente que hay allí. Tampoco somos tanto en esta ciudad, en seguida los conoces a todos. Luego te vas a echar unas cañas con ellos y saben que existes. Aunque a lo mejor un día en plena desesperación una mañana te llaman y no te acuerdas de quién es. Esto es como en todos los trabajos donde cuenta tu suerte, los enchufes y no nunca sabes de donde va a saltar la chispa.
Para acabar, si no se dedicara a escribir, ¿qué haría?
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